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lunes, 20 de diciembre de 2010

Don Severiano: Segundo Capitán de la Zaragoza





La fiesta de Los Zaragozas de Sanare, se celebra cada 28 de Diciembre, cuando la Iglesia conmemora el Día de los Santos Inocentes en memoria de aquel asesinato colectivo de niños, ordenado por Herodes, la fallida intención de eliminar el Niño-Dios. En su esencia, esta celebración reúne símbolos opuestos. Por una parte está la actitud devocional, representada en la misa y el cumplimiento de promesa según las normas de la Iglesia, junto a ritos populares de rezos y cantos ante una pintura que muestra aquella cruel matanza relatada en el Nuevo Testamento; y por la otra, la conducta festiva de los enmascarados, la música, el baile, los excesos, la alegría, y la inversión de roles, más bien propios del carnaval.

Ese día, muy de madrugada se congregan los disfrazados en la casa de la Capitana María Valeria de González, quien organiza un altar en un espacio abierto de su casa. Allí se reúnen, además, los músicos y cantadores encabezados por Bernabé Alvarado, quien es el Capitán Mayor, Severiano Alvarado, Capitán Menor y responsable del cuadro simbólico de los inocentes y portador de la bandera. Ya con la luz del día y después de haber entonado La Salve y rezado unas oraciones frente al improvisado altar -como indicación del rompimiento- se dirigen todos a la Iglesia de San Isidro para escuchar la primera misa. Este rito lo repiten en la Iglesia Principal de Nuestra Señora de Santa Ana, en la Plaza Bolívar.
Don Severiano, quien según sus mismas palabras aclara que se llama Ceferino Antonio Alvarado Guédez, nació hace 84 años, en 1926; 51 de los cuales ha dedicado a la devoción de la Zaragoza. Nació en El Volcán, cerca de El Blanquito. A los 2 años se lo trajeron para Sanare, al caserío Loma Curigua. Tuvo 10 hijos; 4 varones que se disfrazan pero que no quieren “heredar” la responsabilidad de Segundo Capitán. Su esposa, María Vizcaya de Alvarado, lo acompaña no sólo en las actividades, sino que se declara fiel devota de los Santos Inocentes, a quienes pide por los hijos y nietos. “Le he pedido que me ayude con esta mano que me quebré y ya estoy mejor…siempre lo acompaño en la romería a rogar canta salves”
Y cuenta don Severiano: “Primero comencé como Zaragoza; pero desde hace 17 años soy Segundo Capitán… Mi compadre José Nicolás, quien era el segundo capitán estaba muy grave, yo le ayudé a cargar la bandera por 30 años; entonces cuando se agravó me mandó a buscar y me dijo que yo debía cargar los santos; yo no quería pero tuve que aceptar . Ese día nos pidió que le lleváramos 7 zaragozas, que le cantaran salves y que bailaran 3 sones pa’ despedirlo. Al final me dijo, venga compadre, usté sabe el compromiso… después murió. Ahora cargo yo los Santos Inocentes y los entrego cuando me despida de este mundo.”


Recuerda que la Zaragoza llegó a estas tierras en 1911. “Primero estuvo en El Volcán, sitio donde nací; allí unos indios tenían la tradición. Después la llevaron a Monte Carmelo donde estuvo por aproximadamente 3 años. En ese entonces había más catolicismo, ahorita es un bochinche. Los disfraces se hacían con hojas de maíz y barba de palo, los vestidos se llamaban Mututinas; y las caretas las hacían los mismos zaragozas, que no pasaban de 15. Tampoco se usaban cachos en las caretas. Con el tiempo aparecieron vestidos de supermán y esas cosas; entonces la Directiva prohibió esas ropas y les pidió que usaran trajes autóctonos. Los demás, los que no nos disfrazábamos cargábamos un ramillete de flores en el sombrero y una cinta en la ropa; yo me disfracé una sola vez, hace como 70 años cuando era niño; sólo me pusieron una careta. Me incorporé a la Zaragoza porque me gustaba la fiesta, había mucha devoción y siempre le pido a los Santos Inocentes.
En esta fiesta participan pocas mujeres; sólo aquellas que vayan a pagar promesa. Dice Severiano que sólo unas 3 o 4 que al pasar la misa se quitan el disfraz. “To’ lo más son hombres, pocas mujeres; cualquiera que saque el permiso (que se inscriba) puede participar, no importa que no sea sanareño. Y si se disfraza por una promesa tiene que hacerlo todos los años. Por ejemplo, Rafael Jiménez tiene más de 48 años como Zaragoza, pero ahorita está enfermo y ya no puede hacerlo. Antes no había tanto comercio porque Sanare era muy chiquito; pero a mi me encanta que venga mucha gente de afuera a visitarnos el 28 de diciembre”
Ante la pregunta de quién elige a la Directiva, responde: “…Quienes están lo han heredado. Por ejemplo, el primer Capitán Mayor fue José la Luz Rodríguez, la heredó Ramoncito Rodríguez. Cuando él murió le quedó a la Hermana, Urpiala Rodríguez que se la pasó a Castorila Rodríguez cuando se enfermó. Castorila se mudó de Sanare y le entregó a Eladio Guédez; de él la heredó Teodora Silva y cuando murió asumió la hoy Capitana Mayor María Valeria. No tienen que ser familia, sino ser responsables y querer mantener la tradición y tener devoción.
¿Y cuando un Zaragoza se porta mal…? “Como están en una lista con un número, entonces se sabe quién fue. Se les castiga no dejándolos participar más dependiendo de lo que hicieron. Además la Policía está al tanto de esa tradición y colabora”
“El cuadro de los Santos Inocentes y la capa que yo uso los custodia la Capitana Mayor, María Valeria. A partir del 22, salimos en romería un grupo de viejos con una copia del cuadro que tiene muchas (porque el original pesa mucho) tocando, rogando canta salves y pidiendo colaboració por todo el pueblo. Mi esposa me acompaña rogando canta salves. Mis hijos se visten de zaragozas pero no me acompañan estos días, porque viven en Barquisimeto. A mucha gente no le gusta salir a hacer colectas porque la humanidad piensa muy mal y dicen “eso es pa’ comprarse una harina… Ahorita vestirse de Zaragoza sale muy caro; un traje puede costar hasta 600 mil bolívares de los viejos. Entonces como los cascabeles son muy caros, los hacen con cajetas de chimó. El 26 y 27 andamos por el pueblo con banderas, con el cuadro y rogando canta salves, preparando la cosa pal’ 28.
“Mire, si usté tuviera devoción, si fuera de corazón, usté oiría los cascabeles cerca de donde esté. Si uno está enfermo se le aparecen, los escucha; pero hay que tener devoción.
Si frente a usted estuviera una persona con mucho poder, qué le pediría, preguntamos: “Pa’ mi una ayuda, una casita porque vivo en un ranchito. Pal’ pueblo pediría una escuela de los zaragozas, donde uno pueda enseñale a quienes quieran aprender pa’ que no se pierda la tradición. Yo mismo ayudaría a formar a los jóvenes. Yo tengo nietos y bisnietos que están incorporados, pero a muchos jóvenes no les gusta porque además no tenemos mucha ayuda de las autoridades y cada día es más caro”
Nos despedimos de Don Severiano (Ceferino) quien reitera su deseo de que cada vez sean más los que mantengan la tradición y que nos visiten en esta tierra de gracia; tierra del ¡Ay Zaragoza!

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