CUALQUIER SUMISION ES NUESTRA DERROTA. SOLO LA ACCION SOBERANA DEL PUEBLO ES LIBERTAD

domingo, 31 de julio de 2011

ASILO POLÍTICO PARA JULIAN CONRADO





"... la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen mal,
sino por las que se sientan a ver lo que pasa..."
Albert Einstein

Coordinadora “Que no calle el cantor”
La Coordinadora “Que no calle el cantor” asume como propio y da su total respaldo al documento anexo (amicuscuriade), de la Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social -FUNDALATIN-, introducido en el día de hoy ante los Poderes Públicos de la República Bolivariana de Venezuela, por la Libertad y Asilo de Julián Conrado, solicitud que le formuláramos desde que tuvimos noticias delinfausto atropello y aberrante detención-secuestro del Grancolombiano Cantor. Estamos seguros que esta iniciativa reforzara el proceso judicial emprendido y en curso del Habeas Corpus de Guillermo Torres Cueter, ante el Juez Braulio Sánchez Martínez con el expediente.: N0 678-11, causa: No 5c-678-11
Como ha sido la tradición de FUNDALATIN, desde el ejemplo eterno de su fundador Padre Juan Vives Suriá, la hermandad cristiana y solidaría no sea ha hecho esperara tampoco en esta oportunidad. Sin importar condición política, de raza o condición social, los hermanos y hermanas de la Fundación han dado un paso al frente de los hombres y mujeres decentes que levantan su voz de indignación y esperanza por la libertad del cancionero de la selva Julían.
Gracias hermanos y hermanas dela paz. Ahí les va el texto de su voz al mundo:

La Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social–FUNDALATIN-, inspirada en los principios rectores que guiaron su trayectoria, con el ejemplo de su fundador, llamado por muchos el “Coloso de los DDHH de América”, Padre Juan VivesSuriá, se dirige a Usted para pedirle la Libertad o que interceda por lograrla, de Guillermo Enrique Torres Cueter, también conocido como Julián Conrado. Se plantee su causa en el marco de las reglas que informan el Debido Proceso, se respete su Integridad Física y por tanto no se exponga a Tortura o Tratos Crueles o Degradantes, se le rodee de las circunstancias para que su Derecho a la Vida sea ejercido a plenitud, y que, como perseguido político que es, no sea entregado al Estado Colombiano, país que lo persigue; y finalmente pedimos que el Estado venezolano le otorgue el Derecho de Asilo o en su defecto, sea enviado con su familia a un tercer país donde se garantice que sus Derechos Humanos sean respetados y vivamente ejercidos.

FUNDALATIN. ACCIONANTE
FUNDALATIN es una persona jurídica de naturaleza fundacional registrada en la oficina subalterna del primer circuito del Distrito Sucre del Estado Miranda, en Baruta el 9 de junio de 1978. 169 y 120. Quedando estampado tal acto bajo el número 34 folio 146, tomo 52 protocolo primero.Es una organización legalmente establecida, y dedicada desde sus orígenes hasta el presente, a la defensa de los derechos humanos. Por ello, con sólidos fundamentos asumimos la causa de Guillermo Enrique Torres Cueter, también conocido como Julián Conrado.

LA LIBERTAD
La Libertad es un valor inherente a la condición humana. No se reduce a elegir entre opciones dadas, aunque allí también está presente, sino que se asocia, entre otros, a la creación de nuevas e insospechadas opciones en la relación del hombre consigo mismo o con la comunidad, e incluso del mismo hombre con la tierra y otros elementos de la naturaleza, y aún más, con los acontecimientos en los que le toca desenvolverse.
Este valor está encuadrado en los pactos sociales que las comunidades han levantado en sus desarrollos civilizatorios. Así, las disposiciones constitucionales nuestras, desde la de 1811 hasta la actual, han establecido el valorlibertad como un principio, y base de las normas especiales que la regulan.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en lo adelante La Constitución, establece en su Art. 44 numeral 1:
La libertad personal es inviolable; en consecuencia:
1. Ninguna persona puede ser arrestada o detenida sino en virtud de una orden judicial, a menos que sea sorprendida in fraganti. En este caso, será llevada ante una autoridad judicial en un tiempo no mayor de cuarenta y ocho horas a partir del momento de la detención. Será juzgada en libertad, excepto por las razones determinadas por la ley y apreciadas por el juez o jueza en cada caso.
Por otra parte, la Convención Americana de Derechos Humanos, en lo adelante Pacto de San José, de 22 de noviembre de 1969, ratificado libremente por Venezuela el 23 de junio de 1977, en el mismo sentido, en su artículo 7 establece en sus numerales pertinentes:
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de los Estados parte o por las leyes dictadas conforme a ellas.
3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
6. Toda persona privada de libertad tiene el derecho de recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viere amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido o abolido. Los recursos podrán interponerse por si o por otra persona.

GUILLERMO TORRES Y LA LIBERTAD
Guillermo Enrique Torres Cueter fue privado de la libertad el día 31 de mayo de este año 2011 en el estado Barinas en la República Bolivariana de Venezuela, así lo informó el 2 de junio del mismo año el Ejecutivo Nacional en los siguientes términos: El Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia informa mediante un comunicado de prensa de un canal de televisión del Estado, que el 31 de mayo de 2011 fue capturado y detenido en el estado Barinas Guillermo Enrique Torres Cueter de cédula colombiana 9.281.858,de 57 años de edad, quien es requerido por la República de Colombia mediante difusión roja de INTERPOL de fecha 23 de julio de 2002.
La captura de Julián Conrado, nombre como también es conocido, fue enseguida replicada por el señor Presidente de Colombia Juan Manuel Santos, quien agradeció la cooperación del Presidente Chávez Frías. Asimismo, el Subsecretario de Estado para Latinoamérica de los EEUU, Señor Arturo Valenzuela celebró la futura entrega por parte del gobierno venezolano.
Posteriormente ha sido noticia que los captores de Julián Conrado obtendrán una recompensa de dos millones quinientos mil dólares de los Estado Unidos de América.
Como puede observarse, la investigación, seguimiento, persecución y captura de Julián Conrado no está asociada a ningún delito cometido en la República Bolivariana de Venezuela, y los métodos usados son extraños a las prácticas habituales tanto policiales como militares que guían las pesquisas y privaciones de libertad en nuestro país. Es un verdadero escándalo que se esté impulsando en los espacios de paz que tenemos nosotros, las reglas operativas de INTERPOL como verdaderas leyes, y peor aún, que el conflicto social y armado de Colombia se importe como una mercancía cualquiera.
Julián Conrado, como se le conoce, ha sido víctima de prácticas contrarias a las normas contenidas en la legislación venezolana, su Constitución y los Tratados Internacionales que regulan la materia y que arriba están invocadas. Guillermo Enrique Torres Cueter, su nombre de pila, está ilegalmente viviendo un encarcelamiento, y debe ordenarse enseguida su libertad.

EL DEBIDO PROCESO
El Debido Proceso está dispuesto en nuestra Constitución, y la obligación de respetarlo es de todo ciudadano, hombre o mujer, nacional o extranjero, civil o militar, siempre que se encuentre en la jurisdicción territorial donde las normas de este rango son de aplicación inmediata y directa.
La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en todo estado y grado de la investigación y del proceso. Así esta establecido en el numeral 1 del Artículo 49 de la carta magna, en consecuencia, no puede válidamente ninguna persona investida de autoridad o no, impedir que este derecho sea ejercido. Los actos que las autoridades realicen sin atender el precepto dispuesto, carecen de valor, son ilícitos, y quienes actúen de este modo se exponen a las sanciones de todo orden definidas para castigar esta conducta.
En este sentido, también se establece en el mismo numeral, el derecho de la persona a ser notificada de los cargos por los cuales se investiga y de tener acceso a las pruebas, tanto como el tiempo para ordenar su defensa. El dispositivo constitucional es claro en el orden teleológico, pues nadie puede defenderse si no conoce los delitos que se le imputan.
Enseguida, en el numeral 2 del mismo artículo de nuestra constitución de 1999, se dispone la presunción de inocencia, recogiendo la doctrina más extendida en el derecho penal del siglo XX y XXI. De este modo se entiende que toda persona en el territorio de la República, independientemente de su nacionalidad, edad o sexo, es inocente hasta que se pruebe lo contrario.
Bajo las mismas rectorías de los numerales anteriores, el Debido Proceso en nuestra Constitución determina el derecho de toda persona a ser oída, al juzgamiento por tribunales imparciales y sólo por el juez o jueza natural, y con las debidas garantías que hagan viable la búsqueda y el encuentro con la verdad para la realización de la justicia.
Tales garantías constitucionales están plasmadas de modo semejante en el Pacto de San José en su artículo 8 en los cinco numerales que contiene y en los literales que van desde la ”a” hasta la “ h”ejusdem.
La comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada, el derecho a ser escuchado, a ser defendido por abogado desu elección y de conversar con éste libre y privadamente. El derecho a recurrir del fallo ante tribunal superior y, entre otros derechos el que el juicio sea público excepto en alguna incidencia para preservar los intereses de la justicia. Todo ello configura lo que en el marco del Derecho Internacional de los Derechos Humanos se determina como las garantías Judiciales.


GUILLERMO TORRES Y EL DEBIDO PROCESO
Guillermo Enrique Torres Cueter desde el 31 de mayo desapareció, fue detenido en la madrugada, aproximadamente a las 2:00 am, en la finca conocida como “La Quinta”, jurisdicción de Altamira de Cáceres, Municipio Bolívar, Edo. Barinas. Más de dieciocho (18) personas sin identicación alguna, de vestimenta civil, con armas cortas y “metralletas”. Luego de agresiones diversas, verbales y físicas, fue trasladado con esposas metálicas y ojos vendados en varias camionetas de lujo. Luego de un largo trayecto, en otro lugar, trasladado a una “avioneta”, con un número menor de hombres. Arribó a la base Aérea de La Carlota en Caracas, en la que fue reseñado. Trasladado a otro sitio de reclusión (¿?), en el que duró nueve días vendado y esposado, y obviamente incomunicado. Posteriormente fue llevado a la Dirección General de Inteligencia Militar (DIM), dependencia adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Defensa, en la que se encuentra en la actualidad, incomunicado, nada se supo de él por semanas, sin embargo, la fuerza de voces nacionales, quejas sonoras internacionales, y los caminos insospechados de la vida y la libertad permitieron conocer que estaba recluido en Caracas en la zona de Boleíta.
También se conoció con certeza que no se le habían notificado los cargos por los cuales se le privaba de su libertad. No había sido escuchado por autoridad alguna. No había sido presentado ante un juez competente. No se había permitido asistencia jurídica ni médica y se desconocía las razones de su captura.
Empero, si sabía y es del dominio público que, en su país Colombia ha practicado los oficios de cantor y político. Desempeñándose en ambas actividades le ha tocado disentir del estado de cosas de la realidad colombiana, planteando la existencia de una mayoría excluida de la tenencia de la tierra, de los servicios de salud, de la seguridad social, del empleo digno, y una insoportable violencia que victimiza mediante las fuerzas militares, policiales y paramilitares, a los más pobres, por más de sesenta (60) años. Campesinos que han debido desplazarse hacia ciudades como Bogotá, Cali o Medellín entre otras, así como a nuestro territorio patrio.
Sabe de las masacres que se han concretado en El Aro, Barrancabermeja, La Granja, Los Santanderes, Los Montes de María, o la Macarena y de las más grandes fosas comunes de Nuestra América con abierta participación del estado colombiano. Y también sabe que la clase política colombiana ha estado relacionada estrechamente con los grupos paramilitares que han cometido, entre muchas masacres, las que recién se citan. No hay duda, Julián Conrado es político y levanta su voz como tal. Desconocer este hecho sería inescrupuloso, alejado de la verdad y conduciría al estado venezolano a errores inexcusables que estarían en la frontera de una acción dolosa.

GUILLERMO TORRES CUETER Y EL ASILO
El relato de los hechos que se han presentado, subordinado escrupulosamente a la verdad, y los preceptos reguladores de los mismos, nos llevan de la mano hacia la institución del Derecho de Asilo. Originalmente se trató de una costumbre inveterada de prestarle auxilio a una persona perseguida. Entre Estados latinoamericanos, por los desenvolvimientos políticos que se han vivido, el asilo se generalizó para brindar refugio a perseguidos políticos que estaban en situación de riesgo.
Nuestra Constitución vigente en su artículo 69 es radicalmente precisa en la materia:
La República Bolivariana de Venezuela reconoce y garantiza el derecho de asilo y refugio.
Se prohíbe la extradición de venezolanos y venezolanas.
La Convención sobre Asilo Territorial de 1954 recogió esa costumbre y la hizo norma de cumplimiento obligatorio por los estados signatarios. La reunión se celebró en Caracas y la República Bolivariana de Venezuela es Estado parte de la misma. Resaltemos algunas normas que despliegan toda su fuerza en el caso que nos ocupa:
Artículo III
Ningún Estado está obligado a entregar a otro Estado o a expulsar de su territorio a personas perseguidas por motivos o delitos políticos.
Artículo IV
La extradición no es procedente cuando se trate de personas que, con arreglo a la calificación del Estado requerido, sean perseguidas por delitos políticos o por delitos comunes cometidos con fines políticos, ni cuandola extradición se solicita obedeciendo a móviles predominantemente políticos.
Artículo V
El hecho de que el ingreso de una persona a la jurisdicción territorial de un Estado se haya realizado subrepticia o irregularmente no afecta las estipulaciones de esta Convención.
La adhesión de la República Bolivariana de Venezuela a la convención citada le permite, como Estado requerido, si así fuese, exhibir o hacer gala de su condición soberana para adoptar la decisión de amparar al solicitante de asilo y, de este modo, respetar sin dobles vueltas, la norma internacional que libremente incorporó a su derecho interno.
Ahora bien, el Pacto de San José de 1969 del cual la República Bolivariana de Venezuela es Estado parte, consagró igualmente el Derecho de Asilo. En su Artículo 22 numerales 7 y 8 que enseguida transcribimos se dispone:
7. Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero, en caso de persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo con la legislación de cada Estado y los convenios internacionales.
8. En ningún caso el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riego de violación a causa de raza, nacionalidad, religión, condición social o de sus opiniones políticas.
No cabe ninguna duda. Las normas transcritas no admiten laxas interpretaciones y su aplicación, por tanto, es de cumplimiento forzoso, salvo que se quiera de manera contumaz recorrer las vías salvajes de los hechos por encima del derecho. La afirmación que hacemos es inequívoca y se confirma en el propio texto de nuestra Constitución en su artículo 23 que establece:
Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a las establecidas en esta Constitución y en las leyes de la República, y son de aplicación inmediata y directa por lo tribunales y demás órganos del Poder Público.
Los hechos narrados y el derecho aplicable en este caso conducen a unas irrebatibles conclusiones de la cuales se derivan las correspondientes peticiones.



CONCLUSIONES
• Guillermo Enrique Torres Cueter es una víctima de personas que han actuado a contracorriente de lo dispuesto en nuestra Constitución Nacional y en lo establecido en tratados internacionales de los cuales la República Bolivariana de Venezuela es signataria.
• Ha sido privado ilegítimamente de la libertad.
• No han notificado los delitos que se le imputan
• No ha sido oído
• No ha sido asistido por abogado
• No se ha aplicado el principio de la presunción de inocencia.
• No se ha puesto a la orden de un juez competente.
• Ha sido sometido a detención o encarcelamiento arbitrario.

PETICIONES
• Que se notifiquen de inmediato, si aparentemente existen, los delitos que se le imputan.
• Que sea oído.
• Que sea puesto a la orden, si por los hechos aparentes corresponde, de un juez o jueza competente.
• Que sea asistido en su defensa si fuese necesario, por abogado o abogada.
• Que se presuma inocente.
• Que se ordene su libertad
• Que por no tener la nacionalidad venezolana y por ser ostensiblemente perseguido político, no sea retornado al país o países que lo persiguen donde podría estar expuesta su vida, su libertad, su integridad personal, y podría recibir tratos crueles, inhumanos o degradantes, que expondrían a la República Bolivariana de Venezuela, como cómplice o autor material, a reproches morales e incluso condenas de los órganos de administración de justicia internacional.
• Que en los términos previstos en nuestra Constitución y en los tratados libremente suscritos por la República Bolivariana de Venezuela, se califiquen formalmente como políticos o conexos con los políticos, los hecho que dan origen a las acciones de persecución, y en consecuencia, el señor Guillermo Enrique Torres Cueter sea beneficiario del derecho de Asilo.
FUNDALATIN

jueves, 28 de julio de 2011

Cómo atacar los símbolos de NuestrAmérica Rebelde



Esta nota de prensa la tomamos del diario "Ultimas Noticias", de la columna de Leopoldo Puchi, porque nos parece importante ver cómo la canalla mediática de todo el mundo busca acabar con el proceso que viven los pueblos de NuestrAmérica Rebelde. Esta vez se trata de un escritorzuelo español, refrendado por el ultraderechista Mario vargas Llosa, con la única intención de demoler los símbolos sobre los que se está construyendo la nueva Patria Grande

Bolívar ¿Genocida?

¿Quién lo dice? Un tal Pedro González-Trevijano, rector de la Universidad Rey Juan Carlos, que acaba de publicar en España un libro con el título de “Dragones de la política”, prologado por Mario Vargas Llosa.

La idea aparente y formal de la obra es presentar una suerte de nueva categoría histórica, los “dragohumanos”, personajes de épocas, ideologías y latitudes diferentes, pero que tienen, a juicio del autor, en común “las matanzas” y “grandes atrocidades” que perpetraron, y que fueron elevados en vida “a la condición de dioses” como consecuencia del “servilismo y el fanatismo de las masas”. En esta lista de veintisiete genocidas elaborada por González destaca el prócer venezolano Simón Bolívar, quien figura en ella junto a Hernán Cortés, Atila y Gengis Khan.

González considera que por encima de las diferencias que pueden existir entre personajes como Bolívar, Hitler, Aquiles o Fidel Castro hay un denominador común en todos ellos: “la idea de la destrucción”. Y Vargas Llosa no se queda atrás en su prólogo, al señalar que los “dragohumanos” pudieron haber defendido causas justas o causas abominables, pero el rasgo común que los hizo pasar a la historia no fueron ideales, proyectos o gestas, sino sus crímenes masivos.

Así pues, la intelectualidad de derecha ha encontrado una nueva bestia para una nueva cruzada: Simón Bolívar. Ya no les basta con acorralar las corrientes de izquierda y socialdemócratas con el credo neoliberal, aspecto en el que han centrado su actuación en las últimas décadas, sino que consideran que se debe detener el impulso que ha tomado en Latinoamérica, desde el fracaso del ALCA en 1975, la construcción de un nuevo orden de integración de los países del continente.

Este proceso de integración en el Sur necesita, para poder avanzar, recurrir a la fuerza y energía social que brinda la memoria histórica de sus poblaciones y los símbolos de su imaginario colectivo. Y, por supuesto, el más potente y universal de éstos es la figura de Bolívar. No es casual que se le quiera destruir convirtiendo su gesta independentista en un acto criminal, un genocidio, que bien merecería su tribunal de Nuremberg, post morten.

Aunque el planteamiento de González pueda parecer una insolencia aislada, es en realidad expresión de toda una corriente de pensamiento, que tiene su expresión en Venezuela en autores como Ana Teresa Torres, que se han propuesto reescribir la historia de nuestros países para ajustarla a la ideología del pensamiento único.

UN RELATO SOBRE LA MUERTE DEL CHE...


(El agente de la CIA Felix Rodríguez, el Che y otros soldados bolivianos)

Confesiones de Félix Rodríguez: AGENTE DE LA CIA QUE ORDENO SU ASESINATO. MIGUEL SALAZAR
Yo pude haber salvado al Che

“… El 8 de octubre de 1967, el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson es avisado por su asesor, Walt Rostow, con un memorando urgente, que el Che está preso en Bolivia”.
El protagonista de esta entrevista es Félix Rodríguez, un estadounidense de origen cubano, ex brigadista de Bahía de Cochinos, veterano de Vietnam y ahora ex miembro de la CIA, de donde salió jubilado con el grado de coronel.
Esta entrevista se planteó en Caracas una mañana de la última semana de mayo. Estando próximo a cumplirse el 83 aniversario del nacimiento de Ernesto Guevara de la Serna, me propuse un trabajo distinto sobre sus postreros días en La Higuera. Entonces, tomando un café con leche como mi ya acostumbrado ritual de cada alborada, le pregunté a un amigo (de quien me reservo su identidad) sobre Félix Rodríguez, quise saber si vivía. Me llamó la atención un libro que traía consigo titulado Guerrero de las sombras, precisamente escrito por el personaje a quien la historia reseña como el hombre que mató al Che. Fue así como, por esas cosas del destino, nos propusimos indagar sobre su paradero y logramos ubicarlo en Miami, exactamente en su casa de Biscayne Boulevard.
Miguel Salazar
La Higuera, 9 de octubre de 1967. Era el mediodía y Félix Rodríguez tomaba notas mientras conversaba con Ernesto Guevara, quien permanecía sentado en una banqueta. El ex oficial de la CIA distrajo su atención cuando vio venir a la profesora del colegio. En voz baja, ella le preguntó: –¿Mi capitán, mi capitán cuando lo van a matar? -¿Señora, por qué dice eso? -Porque nosotros vimos que usted se fotografió con él allá afuera y mire, dice la radio que ha muerto de heridas en combate.
Así fue cómo Rodríguez comprendió la orden del alto mando boliviano y se convenció de que no había más nada que esperar.
“Comandante, fue muy poco lo que pude hacer por usted, le dije a Ernesto Guevara tan pronto regresé a aquel cuartucho de piso de barro, donde Guevara permanecía sentado al lado de los cadáveres de dos de sus compañeros en la aventura que tocaba a su fin”.
Tras escuchar a la maestra de La Higuera, el capitán de la CIA destacado en Bolivia con la misión de capturar vivo al legendario guerrillero, se había convencido de que era imposible la clave 500 (vivo) frente a la 600 (murió en combate) sostenida por los generales bolivianos con René Barrientos a la cabeza (a la sazón presidente de Bolivia). La noticia anticipando la muerte del Che en un combate recorría al altiplano.
-¿Qué le dijo el Che cuando le notificó la mala noticia?
-Se puso blanco como un papel, pero casi de inmediato se repuso y me dijo con desaliento: “Es mejor así, yo nunca debí de haber caído preso”.
-Si los centuriones romanos se jugaron el manto sagrado allá en la colina de El Calvario, hoy en La Higuera, tras la muerte del Che, abundan las versiones según las cuales los soldados bolivianos se repartieron las pertenencias del Che. El relato de Félix Rodríguez nos da cuenta de que fue el Che quién repartió sus cosas a manera de recuerdos.
-Entonces, saco una pipa que tenía y me dijo: “quiero entregarle esta pipa a un soldadito que se porto bien conmigo”. En ese momento irrumpió el sargento Mario Terán reclamando la pipa. El Che lo miró y le dijo: “no, a ti no te la doy”. Cuando la pedí para mí se dio vuelta y tras pensar por unos segundos, mirándome me dijo: “sí, a ti sí te la doy”. La guarde en el bolsillo izquierdo de mi camisa. Le dije: comandante, puede hacerle llegar un mensaje a su señora. Entonces, asumiendo una forma sarcástica me dijo: “primero, si puedes, dile a Fidel que pronto verá una revolución triunfante en América y dile a mi señora que se case de nuevo y trate de ser feliz”.
-¿Lo atormenta el recuerdo del Che?
-Pude haberle salvado la vida al Che, pero no lo hice… y no me arrepiento, el Che vivo se habría convertido en un monstruo.
Escucho atentamente a Félix Rodríguez. He leído muchísimo sobre la vida del Che y como la mayoría de los muchachos de mi generación llevados por las circunstancias y la temprana incitación a la lucha política crecí admirándolo, y qué de cosas no escuché en boca de sus detractores. Entre otras la posibilidad de que Guevara haya sido víctima de la política soviética, para entonces de repliegue en la lucha armada, lanzando a los movimientos guerrilleros de América Latina a los brazos de la delirante revolución cultural china.
“A Guevara -afirma Rodríguez, tajante-, lo abandonaron a su suerte”.
-De nuestro interlocutor se han dicho muchas cosas, inclusive que fue quien le cortó las manos al Che.
-Eso no es verdad, ocurrió que una vez muerto Guevara, los militares bolivianos propusieron cortarle la cabeza y conservarla para que Fidel se convenciera de su ejecución. Esa acción la objetamos y entonces se le dijo a Ovando que con mutilar quirúrgicamente un dedo pulgar era suficiente porque nosotros teníamos sus huellas dactilares logradas con la colaboración de las autoridades argentinas.
-¿De quién fue la idea de cortarle la cabeza?
-Del general Alfredo Obando. Los militares bolivianos estaban iracundos. Después desistió de la idea y ordenó cortarle las manos, además, impartió instrucciones para hacer desaparecer su cuerpo.
A pesar de su edad, 70 años, Félix Rodríguez conserva una muy buena memoria, esa que le permite relatar los hechos con una pasmosa y sostenida cronología.
-¿No quiero pasar por alto un episodio, usted afirmó que pudo haberle salvado la vida al Che, dónde estaba esa posibilidad, qué ocurrió?
-Para la agencia el Che era más valioso vivo, la idea era sacarlo de Bolivia y llevarlo a Panamá para interrogarlo. Los militares bolivianos se negaron porque no querían verse de nuevo como focos de tensión y no deseaban repetir la experiencia de Ciro Bustos y Regis Debray, sobre quienes se volcó la atención mundial cuando fueron capturados en Bolivia. El gobierno de Barrientos recibió muchas presiones sobre todo de Francia. En un momento pensé en la posibilidad de cortar las comunicaciones para decirle a los captores del Che que yo había recibido órdenes de La Paz de llevármelo vivo… lo pensé bien, pero desistí de la idea. ¿Se imaginan al Che vivo en manos de la CIA? Se hubiera convertido en un verdadero monstruo para todos los periodistas del mundo.
Nuestra conversación sobre el Che se ve cortada una que otra vez cuando Félix Rodríguez trae al tapete algunos episodios sobre Playa Girón, Guatemala y Vietnam. En abril de 1961 pudo evadir al Ejército cubano ayudado por la Embajada de Venezuela. En Vietnam actuó como asesor del Ejército de Estados Unidos en contra del Vietcong. En el sudeste asiático sufrió un grave accidente cuando en un helicóptero se vino a tierra. Desde entonces padece una severa lesión que lo hace arquear ligeramente su cuerpo al caminar.
Los últimos días del Che
-Cuénteme de la tarde cuando mataron al Che.
-Aquella tarde dejé al Che solo en la pequeña habitación. Afuera se apretujaban los soldados. Entonces llamé a un sargento de apellido Terán y le dije que había instrucciones de su Gobierno de eliminar al prisionero. Llevándome la mano hasta la barbilla le dije: “No le tire de aquí para arriba, tírele de aquí para abajo pues se supone que este hombre haya muerto de heridas en combate. El hombre asintió, pidió un fusil y se hizo acompañar de dos soldados”.
-Me llama la atención la frialdad con que se cumplieron las órdenes.
-El Che era prisionero de los bolivianos, ellos lo capturaron. Era una situación de guerra. Yo no lo maté.
-¿A qué hora fue ejecutado el Che?
-Era aproximadamente la 1 y 10 de la tarde. A esa hora escuché la ráfaga y así lo anoté en una libreta.
Antes de retirarme de la habitación le dije al Che que había órdenes de fusilarlo. Entonces se puso de pie, nos miramos por segundos y nos despedimos con un abrazo.
Dos versiones y en ambas el Che acepta resignado su destino. Años más tarde, en 1977, Mario Terán le pondría ingredientes a su historia y su relato para la revista francesa París Match fue el siguiente: “Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ese fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: “Usted ha venido a matarme”. Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: “¿Qué han dicho los otros?”, le respondí que no habían dicho nada y él contestó: “Eran unos valientes”. Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se me echaba encima y cuando me miró fijamente me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. “Póngase sereno —me dijo— y apunte bien, va a matar a un hombre”. Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto.
Son muchas las contradicciones que derivan de los últimos días de Ernesto Guevara.
-Hay versiones que indican que el Che presentaba sus piernas ametralladas para el momento de ser capturado.
-Eso no es verdad, el Che sólo presentaba una ligera herida en la pantorrilla de su pierna derecha.
-¿Cómo fueron sus días en Bolivia antes de arribar a La Higuera?
-Desde los primeros días de octubre estuve en Vallegrande para estar bien cerca de la operación mediante la cual teníamos previsto capturar al Che. Cuando supimos que se había cumplido el objetivo celebramos. Esa noche le pedí al coronel Zenteno que me permitiera acompañarlo a La Higuera para hablar con el prisionero. Zenteno aceptó. Así partimos para La Higuera en un pequeño helicóptero donde sólo cabían dos pasajeros y el piloto. Descendimos a las 7 y 30 de la mañana. Llegamos a la pequeña choza, en una calle con algunas casas, todas de adobe. Entramos y nos encontramos con un cuarto oscuro con un techo de tejas casi desintegrado.
-¿Qué hizo cuando vio al Che?
-Estaba tirado en el piso, amarrado de pies y manos. Me sorprendió encontrar a quien fuera un arrogante comandante ahora vistiendo harapos, con el cabello totalmente enmarañado. Llevaba alpargatas. Nunca olvidaré aquel 9 de octubre de 1967. Ese día tuve cara a cara a Ernesto Che Guevara. No podía creerlo, su imagen era la de un hombre disminuido. Antes le habían retirado un pequeño bolso adonde llevaba consigo varios documentos y un diario.
Si lo llevo vivo a Vallegrande los bolivianos lo habrían pensado dos veces para matarlo
-¿Cumplió su cometido de interrogarlo?
-El primero en hacerlo fue el coronel Zenteno. El Che guardó silencio. Lo único que se escuchaba tras las preguntas de Zenteno era la respiración del comandante Guevara. Se acercaba su fin vertiginosamente. Salimos de la habitación y le dije a Zenteno que la orden del Gobierno de Estados Unidos era mantener con vida al Che. El oficial boliviano movió la cabeza negativamente. Le pedí que convenciera a los generales de mantenerlo vivo. Finalmente le prometí que si él no lo lograba a las 2 de la tarde entonces yo le entregaría el cadáver del Che.
-Me imagino que cuando se despidió de Zenteno fue cuando pensó en sacar al Che con vida. El sólo hecho de que lo vieran en Vallegrande con vida hubiera impedido que se cumpliera la orden de los generales…
-Sí, le digo que los pensamientos se agolparon en mi mente. La agencia quería al Che vivo. ¿Podría yo conseguirlo?, ¿cómo me las arreglaría para llevarlo a La Paz sin que lo supieran los bolivianos?
-¿Tarea muy difícil, no?
-No demasiado, había un solo teléfono y no había comunicaciones radiales. Cuando el helicóptero llegara podía dirigirme al teléfono y luego regresar y decirle al piloto que había habido un cambio de órdenes, que la Embajada de Estados Unidos había convencido al presidente Barrientos de conservar vivo al Che y llevarlo a Vallegrande, allá los bolivianos lo hubieran pensado dos veces para matarlo.
-¿Qué lo hizo desistir?
-Batista dejó vivo a Fidel y fíjate la vaina que echó. Yo estaba tranquilo porque intenté por todos los medios normales de que no mataran al Che; además, esa era una decisión boliviana y no norteamericana, nosotros éramos sólo asesores.
-¿Por qué fracasa el Che en Bolivia, sobre todo siendo el autor del célebre manual de la lucha guerrillera, un documento obligado en no pocas academias militares en el mundo?
-Precisamente, en un medio rural la boliviana fue la única guerrilla en el mundo que yo conozco que jamás logra reclutar a un solo campesino en cerca de un año de operaciones en el terreno. Nadie, ni un solo campesino del área se le sumo a esa guerrilla.
No fue fácil cerrarlos en corto tiempo
-Hábleme de la expresión del Che sin vida. Su cuerpo tendido en aquella mesa ha sido comparado con la escena del Santo Sepulcro.
-Cuando entré en la habitación el cadáver del Che estaba bocarriba, tenía la cara llena de fango. Me imagino que cayó de frente en el piso húmedo. Mientras le reclamaba por la muerte de soldados bolivianos, uno de los militares le cruzó la cara con una vara, El capitán Gary Prado me dijo: “Mi capitán, hemos acabado con las guerrillas en América Latina”. Entonces le dije: “Mi capitán, si no las hemos acabado por lo menos las hemos demorado por largo tiempo”. Ya eran cerca de las dos de la tarde y ya se escuchaba el helicóptero que aterrizaba cerca. Ellos se fueron. Yo le pedí un vaso de agua a un soldado y le lave la cara al Che y trate de cerrarle la quijada con mi pañuelo y los ojos que se le abrieron otra vez… no fue fácil cerrarlos en corto tiempo.
Entonces bajaron una camilla, lo montamos y lo trasladamos al portón derecho del helicóptero. Yo lo estaba amarrando y recuerdo que me dice el piloto Jaime Núñez Guzmán, mi capitán hálelo hacia adelante para hacer contra peso. Le metí la mano por abajo y cuando lo hale y la saque la tenia llena de sangre. Aparentemente una bala le había roto la aorta y como era una camilla de plástico se había concentrado la sangre debajo. Me limpié en el pantalón, de ahí entonces ya entre en el helicóptero y en ese momento vino un soldado y le dijo al piloto: “Esperen, esperen, que el padre quiere verlo”. Estuvimos un rato con el motor prendido hasta que apareció un sacerdote católico. Se acercó y lo bendijo. El cura por poco no queda decapitado porque al apearse de la mula lo hizo muy cerca de las aspas del helicóptero.
Despegó la nave y al poco rato divisamos la pista del aeropuerto de Vallegrande. A los lados todo tipo de naves aparcadas y periodistas de todo el mundo. Descendimos y mi compañero se encargó del cadáver y lo llevó a una vieja ambulancia que lo trasladó al hospital Nuestro Señor de Malta. Así Félix Rodríguez bajó la gorra sobre su rostro lo más que pudo y se perdió entre la gente casi con el sigilo de un gato. Con ese apodo lo conocieron en la sierra. Y pensar que Félix Rodríguez estuvo a pocos minutos de cambiar la historia, al menos el rumbo de este relato.
Chino Daza