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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Sergio, grito desobediente: ¡Presente!, ¡Presente!



El flaco Sergio Rodríguez Apenas tenía 27 años cuando una bala asesina acabó con su vida aquel 23 de septiembre de 1993, en la esquina de El Chorro.

17 años han pasado desde aquel amargo día en que una de las tantas marchas salidas de la Universidad, llena de colorido, de gente rebelde y contestataria fue marcada por la muerte de este recordado compañero. Era práctica común en la IV República recibir las protestas del pueblo con plomo. Pocas manifestaciones de masas que osaran tomar la calle lograron el record de terminar sin muertos. El idioma prevaleciente para quienes protestábamos era bala, persecución y cárcel. Y Sergio lo sabía, sabía que a diferencia de estos años de la V República, la protesta no era un juego de niños ni comparsas de muchachos y muchachas bonitas con consignas vacías. “Lobos hambrientos nos persiguen, escupen ráfagas de plomo y metal para callar nuestro pensamiento”; pero “…por más que nos corten las alas, sabremos levantar siempre el vuelo cada vez más alto, más unidos. Nos multiplicaremos y seremos definitivamente invencibles"

Para quienes no conocieron al flaco Sergio, Quijote enamorado, comprometido, revolucionario a carta cabal, quizás suene exagerado lo que afirmamos acerca de este ser infinito con el cual tuvimos el privilegio de militar. Con una profunda intuición de clases, desde muy joven supo cuál era su lugar en el mundo en la lucha de explotados y explotadores; en la guerra eterna entre pobres y ricos: “Aquí voy, cual loco alegre regalando mis harapos a los desposeídos, compartiendo el pan de las ideas libertarias. Aquí vengo, cual Quijote enmudecido entregando mi amor como un pan compartido para todos”. Era una de esas personas que siempre tenía una sonrisa en la cara, pasara lo que pasara en su casa o en su vida; siempre el entusiasmo por delante, sin importar el tamaño de la misión que tuviera enfrente, porque para él no había tarea grande o chiquita, todas eran importantes si contribuían al sueño de la liberación del pueblo. En todas estaba siempre presente con su sonrisa desobediente; esa con la que castigó por última vez a sus asesinos aquel nefasto 23 de septiembre.

Sin temor a ser tildados de mitómanos, de querer crear nuevos ídolos, no dudamos en afirmar que este flaco se las traía; con su militancia demostró que la teoría del Hombre Nuevo se podía convertir en carne, acciones, poemas, canciones, protestas, propuestas y sueños. "Ché pensamiento del Hombre Nuevo, camino firme y seguro de la esperanza, ¡yo estoy contigo!

De su militancia organizada conocemos que en la década de los 80, junto con otros jóvenes de la Parroquia 23 de Enero (Monte Piedad), forman el “Grupo Cultural Hombre Nuevo”. De este grupo surgirá “El Vocero de Monte Piedad”, periódico popular que acompañará las luchas político-culturales de esta aguerrida zona de Caracas. Será este periódico una referencia para los esbirros de la IV República a la hora de perseguir, allanar y encarcelar a los compañeros del movimiento Hombre Nuevo.
Recordamos de esa década la participación del Flaco en los sucesos de febrero de 1989, conocidos como “El Caracazo” y que costaron la vida de miles de humildes habitantes de esta tierra, entre los que queremos destacar a Yulimar, compañera de lucha de Sergio que cayó asesinada el 27 de Febrero cuando apenas tenía 21 años. Los cuerpos represivos, ante la incapacidad de explicar este fenómeno de alzamiento masivo de la población, decidieron acusar a varios grupos organizados, entre ellos el colectivo “Hombre Nuevo”, con detenciones y persecución de sus integrantes.

Con el mismo entusiasmo subversivo se incorpora al Movimiento NuestrAmérica, conocido mayormente como Desobediencia Popular; allí asumirá tareas de todo tipo, desde la pega del afiche, la elaboración del panfleto, el enfrentamiento con los cuerpos represivos del Estado, las actividades con compañeros de otros países para construir una referencia de y para América Latina: “Crece América y expande tu sangre libertaria hacia las entrañas del norte. Crece y amamanta a tus hijos subversivos. Crece y préñate de millones de hijos con flechas para que combatan a los hambreadores…”.

Posteriormente, en el año 1992, su compromiso con los oprimidos lo lleva a incorporarse a la alianza que venían tejiendo civiles y militares para irrumpir contra el estado corrupto y opresor de adecos y copeyanos que, aunque fallido, permitió que el país conociera la existencia de un grupo de militares patriotas encabezados por Hugo Chávez, hoy Presidente de la República. Especial participación tuvo el flaco en la segunda intentona, la del 27 de noviembre de ese mismo año, al convertirse en uno de los civiles que coordinaron con los militares aliados en la zona del 23 de Enero, particularmente en la toma del Museo Militar.

Difícil hacer una semblanza del Flaco Sergio sin mencionar su relación con Victoria, su madre. Como ser integral, revolucionario, tenía una relación especial con su familia, con sus amigos, con sus amores, con sus camaradas. A Victoria, quien todavía espera justicia por su hijo arrebatado, le llena el profundo vacío de su partida saber que parió a un ser humano amoroso y comprometido, que teniendo sólo la vida para dar, la dio por esta Patria Grande que estamos construyendo “Madre…Por mujeres como tú, habría que estar dispuesto a dar cualquier cosa aunque sea nada más la vida”.

Y ese fue el tributo que ofrendó nuestro Flaco aquel día del 23 de septiembre de 1993 “…dispuesto a entregar mi vida, estando seguro y convencido de que la muerte no existe”, porque en cada acto, en cada homenaje, en cada pared de cualquier barrio, parroquia, universidad o pueblo, la voz, el poema, el ejemplo de Sergio está presente con su grito y su sonrisa desobediente marcando el camino del Hombre Nuevo que debemos construir para darnos la Patria que nos merecemos.

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