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viernes, 7 de enero de 2011

ALGUNOS APORTES PARA LA DISCUSIÓN SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN REVOLUCIONARIOS


A pesar de los grandes cambios políticos que están ocurriendo, los intereses individualistas siguen oscureciendo la conciencia ciudadana. Ella está sujeta, en buena medida, a la manipulación de opinión que realizan los medios de comunicación, en su mayoría opuestos al cambio. Se hace necesario construir cada vez más, nuevos instrumentos de comunicación que se conviertan en voceros de las expectativas de las mayorías, y que además, contribuyan a la organización social y a la elevación de la conciencia colectiva. Es imprescindible que los colectivos comunicacionales promuevan medios que faciliten el diálogo social, sobre todo porque se está atentando con nuestra propia familia; la división de nosotros mismos es una de sus metas. Nuestra estrategia sería conformar un complejo bastidor de posibilidades comunicativas que vayan de lo sencillo a lo complicado sin desechar ninguna instancia. Donde podamos, en ésta u otras coyunturas, decir NO a todo lo que nos niega como pueblo.

Cuando comunicamos estamos tratando de hacer una comunidad con alguien, no lanzando “mensajes” lineales sino moldeando con el otro un modelo democrático alternativo al transnacional imperante. Existen diversas formas de comunicación que pueden usarse en una dirección contraria a la del consumismo y la evasión. El impulso de las radios comunitarias es una primera opción. Ellas buscan una conversación más franca que alternativamente desate y vincule las capacidades expresivas y autónomas de nuestros pueblos. Lo alternativo a manera de un todo que se presenta como una opción diferente; no una solicitud grupal ni competitiva sino la puesta de una comunicación popular que busque construir y educar y a la vez ser vehículo de la organización popular.

La promoción popular, el registro de nuestras cotidianidades, (que pudieran ser extraordinarias); la recuperación de nuestra memoria colectiva; la documentación de las luchas de construcción democrática; la elaboración de noticieros, las expresiones de nuestra cultura; la articulación de un diálogo entre los diversos sectores sociales atomizados; la educación popular y la capacitación, son fines nobles que pudieran servir de herramientas de transformación. Bajo este marco, la utilización personal es reemplazada por el empleo colectivo; el consumismo por una aproximación crítica y creativa. Se perseguiría plasmar las imágenes de un país real y posible, fuera de toda manipulación virtual.

La idea es promocionar lo resaltante; lo bueno y lo digno que fortalece la libertad política y social, respetando hondamente nuestros sistemas de autoidentificación, nuestra cultura y el derecho de ser diferentes en un clima de cordialidad y paz.

En esta necesidad de servir de deconstructores de muchos modelos anacrónicos se plantea la guerra de los símbolos para afirmar sentimientos de expropiación de la política. No crear un nuevo lenguaje sino resemantizar o darle un nuevo significante y un nuevo significado a la palabra en la política, y sobre todo a la historia en la política. Lenguaje poético que implique sed de comunidad o nostalgia comunitaria. No aspira ha sustituir sino contaminar. Con un criterio de redimensionalización de la palabra política que, paradójicamente, vuelve a mirar al pasado pero con rostro humano y de futuro.

En este tipo de planteamiento juega un papel preponderante el rescate de la palabra y la honestidad sobre los fines. Incluso el diálogo basado en desacuerdos, ello también enriquece. La intención es que el verbo se sienta antes que se entienda. No se puede dirigir un discurso al bolsillo de la gente puesto que no hay nada que vender, pero sí a su corazón que es la parte más olvidada. Bajar la teoría al nivel del ser humano, a lo vivido. Compartir con la gente vivencias, historias de vida, crónicas con humor para poder reflexionar enseguida. Un poco burlarse de los pasados esquemáticos, satirizando a modelos que nunca bajaron a la realidad.

Una manera en que el corazón hable con experiencia, belleza y sabiduría y que a la vez llegue tanto a los intelectuales como a la gente sencilla. Se llama a la puerta del lenguaje político, un pórtico que se encuentra abierto y se puede entrar a muchas partes para introducirse y a la vez nutrirse. Comprende la necesidad de improvisar sin complejos y construir con los aportes de nuestra heterogeneidad cultural, tanto urbana como rural. Ese lenguaje se retroalimenta en la medida en que tiene éxito, que se sabe escuchado.

Un lenguaje que desplace el discurso racional del “exitoso”, produciendo un efecto de ambigüedad buscada. Romántico (para proteger al emisor), que cree desconcierto en el receptor hostil y deje al receptor amigo la posibilidad de múltiples interpretaciones, es decir, de ajustar el significante a su deseo. Confluyen en él valores universales e intemporales: la dignidad, que es la burla al poderoso; la ética, que es la verdad ante todos; el mito de lo real maravilloso, que es la comunidad misma; la justicia, que es la equidad en el reparto e igualdad en el don; la libertad, que en ley republicana es democracia. Un espejo donde uno se vea reflejado más allá de él, con puntos particulares para lo subjetivo o lo todavía no advertido en una sociedad tal cual es: híbrida, cambiante, confusa y turbulenta.

Uno de sus perfiles estaría dirigido al sujeto crítico, al actor organizado. Su función será dotarlo de herramientas de análisis y planes de acción creando mecanismos de retroalimentación a tales fines. Hacer énfasis en la memoria histórica de todas nuestras etapas como Nación, incluyendo elementos que refuercen nuestra identidad vista como autenticidad y en un plano de visión local y global .

La búsqueda de una integridad estaría dada, entre otras cosas, por un mensaje de construcción, que nos involucre e incorpore a todos en la Refundación de una Nación. Que nuestro pueblo sienta que es tomado en cuenta, incluirnos en involucrarnos en el país, así habitemos la aldea, el pueblo o el barrio más lejano, pero que a la vez tenga una visión latinoamericana y mundial, pues en estos tiempos no son posibles los cambios aislados. Concebir y dar a conocer, a la vez, proyectos realizables o realizados en diferentes áreas de la vida, que educativamente den asidero a elementos y valores de subversión intracultural y a la conformación de ideales que tengan que ver con la desalienación global de la sociedad.

Una revolución solo puede vencer cuando es original, heterodoxa y antidogmática. Por eso se debe manejar otra manera de decir; debemos sugerir sin términos panfletarios. Mostrar más que enseñar. Utilizar la sátira, la parábola, la metáfora; el manejo de la frase corta, el aforismo universal. Estamos ante la generación de lo visual, lo auditivo y lo sintético. En el hábil manejo de lo simbólico. lo indígena podría ser un punto de partida genérico para considerar los posteriores males que vinieron con el capital mercantil. Cada región tiene sus elementos particulares que le dan identidad y cohesión. Se debe tomar de lo cotidiano los elementos de autenticidad que logren la trascendencia. También la palabra dada debe ser utilizada como compromiso de quien la dijo, su violación debe interpretarse como inmoralidad ante la colectividad.

Entonces los medios alternativos serán una manera de subvertir, pero a la vez afirmen nuestra humanidad. Que griten un NO a la humillación del dinero y a la muerte que ha cada gesto nos muestran. Un No a soledad que nos aparta de los juntos, imitando el egoísmo de los poderosos. Un NO a la mentira que los medios irradian a escala mundial y a los racistas que invaden pueblos por ser diferentes a ellos. Un NO a la mediocridad que como destino manifiesto nos viene desde el norte y que por diversos mecanismos nos induce al miedo de decir y ser nosotros mismos. También será nuestro derecho el decir NO a la neutralidad, a los ni ni que se lavan las manos y quedan en medio de dos trenes que avisan una colisión mortal. Un NO que siga despertando la esperanza que nos permite construir, ante un mundo hambriento que nos observa y analiza las premisas que posiblemente marcarán las pautas de las revoluciones del siglo XXI. Revoluciones en proceso, que con sus fallas y rectificaciones, inevitablemente, ya se verán venir.

Rafael Pompilio Santeliz

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