CUALQUIER SUMISION ES NUESTRA DERROTA. SOLO LA ACCION SOBERANA DEL PUEBLO ES LIBERTAD

martes, 31 de julio de 2012

Y LA PELEA QUE VIENE; LAS TRAMPAS DE LA ALGARABIA PROGRAMATICA I


Pensando sobre las circunstancias que hoy en día vive Siria: es la guerra de un pueblo contra una dictadura familiar asesina. Levantamiento que a su vez es utilizado por el imperialismo como herramienta para el logro de la hegemonía total sobre el Golfo Pérsico mediante la conversión de ese levantamiento popular en una guerra civil terrorista impuesta, no se si exagero pero me preguntaba cuales son los puntos críticos hoy de nuestra historia y en que medida ella nos lleva o no a una circunstancia que podría perfectamente reproducir por estas tierras una situación parecida a la de Siria. Una catástrofe que es en definitiva un modelo acabado y multiplicable de la relación entre pueblos, imperios y regímenes dominantes en su fase más explosiva y criminal.

Hugo Chávez va a ganar las elecciones de 7 de Octubre. Entre las megalomanías de la campaña hay una gigantesca diferencia entre el fascista enmascarado y el líder bolivariano, entre el sifrino caraqueño y el campesino militar que a la final se va a medir en una importante diferencia de votos. El problema por tanto no parecen ser las elecciones en sí. La duda está por el lado de quienes van a ganar las elecciones realmente a partir del día 7 de Octubre cuando Chávez sea ratificado en la presidencia. Me temo, por mucha alegría que nos conceda la victoria de Chávez, que esta no es una neta victoria del pueblo revolucionario, cuidado si es todo lo contrario cuando analizamos el devenir de una abultada cantidad de mandos regionales, parlamentarios, tecnocráticos, partidarios, policiales, militares, que han ido tomando el poder dentro del gobierno ya que su continuidad y la relación pueblo-gobierno que han terminado de establecer parece ser un hecho irreversible, comenzando por la propia opción política y visión de poder del comandante Chávez. Lo irreversible por los momentos es la cristalización ya no solo de una visión corporativa y burocrática del poder que refleja todo el verticalismo que se ha impuesto en espacios políticos como el PSUV, es la degradación, facilitada por estos modelos de mando, del ejercicio de gobierno en estructuras mafiosas y sostenidas sobre una impunidad absoluta que podrían llevarnos a situaciones parecidas al horizonte Sirio o lo que fue Libia hace un año. Esas cúpulas sobreviven tranquilas sin mayor cuestionamiento directo y público ni siquiera por buena parte de los movimientos de base que en muchos casos hasta se acoplan a ellas o se distancian solo formalmente sin confrontación real ninguna. Esto puede llegar a ser peligrosísimo por el daño y hasta el ataque directo que generan sobre la población trabajadora y las comunidades necesitadas realmente de la transformación revolucionaria. Una violencia cada vez más descarada contra los derechos revolucionarios conquistados que puede derivar en legítimos levantamientos, acusados luego por gobierno y vanguardias políticas de traidores y más adelante, en su desespero, utilizados efectivamente por las redes de la política y el terrorismo imperial. Y por lo visto no hay mayor voluntad de polarizar de manera franca y abierta con esta situación. Las cosas dependerán como siempre de algo mucho más allá del gobierno mismo, o de los resultados del 7 de Octubre, dependerá de “nosotros”, de la magia política del “pueblo en lucha” y claro que lo hay.

Luego, a modo de ver las cosas, más allá de campañas, hay una responsabilidad política que asumir o un hecho político que desatar en forma abierta y movimiental. Denunciar situaciones por sí mismas ya a estas alturas no tiene mayor valor si no avanzamos en un doble trabajo: el desmenuzamiento argumental donde se esconden las trampas de estas cúpulas y el trabajo movimiental que ya parece despertar de manera espontánea. La propia campaña por sus características particularmente vacías en esta oportunidad, puede servir para ello, haciendo del voto un voto “por nuestra lucha”; ese espacio ya se está ganando. Pero si de argumentos se trata, en lo único que podemos hacer desde la palabra escrita es lo que tenemos delante: el propio programa de gobierno presentado por el presidente Chávez. Una primera e importantísima pelea con el traidor “socialismo de oficina” como dice un amigo.


La pelea programática

En primer lugar las ideas expuestas: tenemos ya mas de catorce años que se presentó el documento de la refundación de la república que en cierta medida le da inicio al primer compromiso universal de gobierno revolucionario en una etapa posbipartidista y bolivariana. Desde entonces para acá la exposición programática de la revolución no ha hecho más que radicalizarse hasta llegar al programa presentado para las elecciones del 7 de Octubre. Lo que para ese entonces de los años 99 y 2000 se dijo “este animal revolucionario se mueve dirigido por dos almas”, más allá de los radicalismos conceptuales es exactamente el mismo. El programa presentado por el Presidente Chávez ante el CNE son dos programas, uno expuesto sobretodo en los trazados utópicos de su introducción donde ubica desde sus propias palabras y cosmología política lo que serían los presupuestos mínimos para la continuidad de esta revolución popular, desde un signo eminentemente soberanista, justiciero, libertario y autogobernante y ahora hasta ecológico, en sus modos acostumbrados de exposición. Otro programa, que desde su introducción también podríamos leerlo entre líneas, es el que se desglosa en centenares de objetivos que no son otra cosa que un “corta y pega” de los planes de gobierno, actualizado, ordenado y en manos del sacrosanto ministro Jorge Giordani. Uno es un programa revolucionario centrado en el protagonismo político del sujeto “no-estado”, el otro es un programa desarrollista bajo la preeminencia de un capitalismo corporativo de Estado que no hace “grandes, independientes,sustentables, igualitarios, potentes, socialistas” bajo la lúcida dirección de nuestra ejemplar burocracia. Uno es un programa de transformación de los modos de vida y producción el otro, en el mejor de los casos, de desarrollo y redistribución de la renta energética y mineral.

Los 5 significantes principales que se elevan dentro del programa: INDEPENDENCIA, SOCIALISMO, PAIS POTENCIA, MUNDO MULTICENTRICO Y MULTIPOLAR, PRESERVACION DE LA VIDA, constituyen un modo de síntesis programática que llevan consigo la memoria de lo que son hoy las principales luchas en el mundo incluso cuando se habla de potencia ya sea en el plano político, económico como militar. La relación independencia, socialismo y potencia es totalmente coherente si la vemos solo como eso: significantes genéricos destinados a sustentar una estrategia que lleve ayude a desatar una lucha antimperial, marcada por la transformación radical de las relaciones de producción, propiedad y derechos, la potenciación polìtico-material de dichas conquistas a través de la consolidación de una unidad de lo nacional producida por el poder del pueblo y su propia expansión, hasta llevar dichos avances en el terreno nacional a los dos lugares fundamentales de la pelea global: la transformación del mismo orden global y la lucha por la vida frente al genocidio capitalista. Sin embargo, y sin tener ningún problema en la reafirmación de estos postulados, aquí no se dice para nada que es lo que hemos de cambiar internamente en lo que al orden constituido se refiere lo único que hay es eso: un despliegue de cometidos de liberación perfectamente coherentes en el orden lógico que responden a lo que los teóricos llaman un típico jacobinismo de gobierno centrado en la voluntad y virtud del sujeto que asume para sí la conducción de una mutación revolucionaria de algo a lo cual llamamos “nación”.

Digamos para simplificar el problema que lo que se esboza como un intento de ordenar genéricamente lo que son cometidos de lucha fundamental alrededor de 5 significantes de liberación a los cuales se le podría sumar todos los que se quiera (nueva comunidad, transformación del orden de la tierra, modelo de producción, derechos sociales, etc) a la hora de desglosar lo que ellos significan en realidad lo que estamos presenciando es el postulado de un centro político de mucha voluntad que nos advierte a todos que esto se llevara a cabo con participación colectiva pero sin producir orden revolucionario alguno, es decir, sin liberar la forma institucional de los formatos tradicionales del orden burgués. Las fuerzas armadas, las instituciones de gobierno, la relación y el sentido mismo de los lugares de mando y obediencia quedarán intactos de acuerdo al formato de la constitución del 99 -en el mejor de los casos-. Ellos en definitiva “SON LA NACIÓN”, nos configuran sobre una identidad vertical y monolítica. Y más allá, cuando vamos a los detalles de ese desglose, delineados en objetivos nacionales y estratégicos, esta disparidad se hace mucho más evidente, dejando en claro el enorme antagonismo en que nos estamos moviendo bajo la tutela de este programa.

¿Son antagonismos de qué orden? . Primero tomemos en cuenta lo que es el choque de subjetividades políticas que ya es un hecho no solo en Venezuela sino en el resto de los pueblos nuestramericanos, particularmente aquellos donde han triunfado las opciones de izquierda y progresistas. Tenemos por un lado una independencia necesaria o un socialismo deseado, por un lado pensados desde lo que se ha dado a llamar “otra política” desde ejes protagónicos y de decisión que van configurando un tejido o una multiplicidad de líneas de construcción de la igualdad que supone una verdadera explosión de potencialidades democrático-populares, de saberes, de relaciones de producción e intercambio. Y por otro, un mando-gobierno que desde los placeres de poderío del ministerio de planificación y sus distintos ramales gubernamentales crean desde arriba esa “nación”, la dirigen y dictan sus líneas de liberación, sosteniéndose en un liderazgo presidencial irreprochable. Contraste de posiciones que supone no solo una pugna ideológica entre tendencias sino la producción de un ser político que se mueve desde coordenadas completamente distantes: por un lado la del “nosotros pueblo en lucha”, una diversa clase trabajadora que nada tiene que ver con los órdenes de mando burocráticos. Por el contrario, los confronta, resiste a ellos al mismo tiempo que se propone crear su propia realidad liberadora en la medida en que se van garantizando victorias que por lo general se consolidan derrotando las distintas versiones de la coalición burocracia-burguesía, represión y dinero que se repite de manera sórdida en todas las regiones del país. Y por otro lado nos encontraremos con un “nosotros partidario” (hacer parte del partido-gobierno, del gobierno-estado) cuya visión de sí misma, incluso situándose desde la base popular a la cual muchos pertenecen, es netamente defensiva y pasiva, mientras se incrementa la arrogancia de los núcleos del poder central y regional, al tiempo que hacen del proyecto revolucionario un simple problema de gestión gubernamental y administración central de las fuerzas sociales que les sirve de sostén; es la explotación de la plusvalía política de esa fuerza social militante.

La “justicia” tan renombrada en este proyecto programático en este caso tiene un significado totalmente distinto de acuerdo a la propia confrontación de subjetividades: una cosa es la justicia conquistada desde la lucha que me hace sujeto y otra es la justicia aclamada como una especie de obligación misericordiosa hacia un pueblo merecedor de ella y que configuraría la condición material para hacerse a sí mismo un sujeto soberano, es decir, libre y pensante. Es la justicia que me sirve de plataforma forjadora de mi propia libertad (donde me fabrico como sujeto) o es la justicia que me regalan y sin yo hacer nada me hará libre; la gran mentira de la liberación regalada. ¿Cuándo hacemos justicia social entonces?. El programa no lo dice, habla de una historia popular en lucha y luego describe las áreas de realización de la justicia social. Es su ambigüedad y en el fondo la gran trampa discursiva de la burocracia que mira la totalidad social como una empresa a ordenar. El Toto desde los barrios de Maracaibo diría: “gracias amigo pero no te preocupes tanto por mí que en mi hambre mando yo”.

Este primer cuadro nos lleva a otro conjunto de choques que dentro del programa tienen una versión mucho mas concreta. El contraste de subjetividades nos lleva directo a un choque de modelos de desarrollo y por tanto a un proyecto de gobierno. Dentro de los objetivos nacionales se dice: 2.1-2.2: “Propulsar la transformación del sistema económico, en función de la transición al socialismo bolivariano, trascendiendo el modelo rentista petrolero capitalista hacia el modelo productivo socialista, basado en el desarrollo de las fuerzas productivas” Y a continuación se dice: “Construir una sociedad igualitaria y justa. Consolidar y expandir el poder popular y la democracia socialista”. Estas premisas que en si mismas son totalmente bondadosas ya que nos están hablando en términos clásicos del desarrollo necesario de las fuerzas productivas pero que no se quedan ancladas en viejas relaciones de producción explotadoras sino sobre la construcción de relaciones libertarias precedidas y dirigidas por el poder popular y una indefinida democracia socialista. Es como decía Lenin al hablar del proyecto revolucionario de la URSS, “este se basa en sóviets y electricidad”, poder obrero y campesino más desarrollo productivo.

Pero como también pasó en la URSS, parece que en el desarrollo de ese programa se afincaron en la electricidad y se olvidaron o más bien aplastaron a los soviets, en este caso al menos en el papel no hay ninguna aclaratoria de donde esta el poder popular y la democracia socialista dentro del desglose de objetivos, aspecto que a su vez nos impide ver dentro de cada uno de los planes de desarrollo en qué medida ellos suponen un modelo de desarrollo alternativo al capitalismo mas allá de las afirmaciones socialistas de rigor. Lo que vemos a grandes rasgos son objetivos de fiscalización ampliada, búsqueda de una alta retribución de la renta energética y mineral, alternativas financieras al estado fuera del orden del FMI, continuidad de una política monetaria netamente importadora. Rentas de estado convertidas en planes de desarrollo agrario, científico, industrial, inversión social y educativa, etc. El papel concreto del productor colectivo, de su organización y saberes, de su misión como poder transformador y constituyente no aparece sino en frases perdidas. Como plan corporativo de estado esto no dista mucho de los planes de la cuarta república, redoblando la preeminencia del Estado, distancia de los centros hegemónicos financieros y acentuada la ayuda social. Pero donde se ahonda mas la contradicción es cuando vemos estas mismas premisas unidas a la utopía y lucha ecológica violentados por planes mineros y carboníferos completamente adversos al deseo de preservación de la vida aclamado en el programa. Como en la historia fallida de la URSS, el desarrollo mató libertad como hoy mata la vida del planeta, cuidado si entre líneas las incongruencias evidentes esconden la misma tragedia y solo hablamos en términos del programa presentado porque en la realidad vivida esto es mucho más triste y con potenciales devastadores. Ejemplo entre tantos, el caso de la planta carboeléctrica de Mara anunciada por Chávez estos días en el estado Zulia: un ecocidio y etnicidio mil veces denunciado convertido en fabuloso desarrollo socialista.

Quizás a la hora de evidenciar este choque de modelos lo que estamos presenciando es el callejón sin salida en que se encuentran todos estos gobiernos de izquierda que se ven a sí mismos como instrumentos de una justicia social solventada por planes de inversión social que aumentan exponencialmente el gasto público, además rebajado majestuosamente en su productividad real por los mecanismos bárbaros de corrupción y burocratismo, línea que los obliga a buscar desesperadamente alternativas de recursos bajo mecanismos de endeudamiento, compromiso a futuro de los recursos del subsuelo y multiplicación casi irracional de toda la actividad extractiva, cediendo a la final a todas las apetencias transnacionales que giran detrás de ellas (lo casos en ese sentido de Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, son de llorar). A largo plazo por este camino al modelo capitalista de Estado de estos gobiernos terminará pasándole lo mismo que al estado de bienestar europeo regido por gobiernos neoliberales desde hace treinta años; la chupadora financiera terminará reventado todo el modelo, incluidos sus gobiernos.

Mientras tanto no hay indicios en este programa de ofrecer una salida a este callejón sin salida. Desde la estructura del gasto público el cual en un inmenso porcentaje favorece los monopolios privados (farmaceúticos, importadores, agrarios, inmobiliarios, transportistas, etc) y donde no aparece en ningún lado del programa un cambio profundo al respecto, pasando por la misma estructura de la gestión pública la cual queda intacta dentro de un programa que cambia el mundo pero deja intacto el poder constituido. Hasta llegar al aspecto más trascendental de todos: lo que es el desarrollo no en el postulado sino en el programa detallado donde aparecen toda clase de buenas intenciones de inversión, un inmenso plan de soberanía alimentaria, un repetido énfasis en la técnica y la soberanía tecnológica (soberanía representada nación-gobierno), incluso de participación pero el aspecto autogobernante en su generalidad y capacidad de dominio político: el estado comunal, el control obrero, los tejidos horizontales y universales de entrelazamiento libre y directo de economías autogestionarias (la única economía socialista posible), la capacidad de reformular por completo nuestros sistemas de educación y salud en el formato académico y de medicina mercantil que los ordena, la indispensable socialización de la tierra urbana como condición básica para la liberación de nuestras ciudades, quedan para los círculos pequeños de un poder popular completamente acorralado y encajonado al localismo y la sustitución de obligaciones estatales hacia la comunidad mas algunas ayudas para talleres comunitarios. En otras palabras, NO HAY UNA PROPUESTA SOCIALISTA, ella es confundida por una reiterada apuesta a metas soberanas, justicieras y geopolíticas necesarias (alimentarias, agrarias, tecnológicas, energéticas) pero cruzada por el mismo síndrome nacionalista del desarrollismo y la realización de una justicia social hacia un pasivo pueblo que es administrado -él y la justicia- por la burocracia. Un modelo así, condensado fundamentalmente en la multiplicación del gasto y la inversión pública controlada enteramente por el gobierno-Estado, no tiene salida y no hay faja petrolífera del Orinoco, por inmensa que sea, que lo aguante. Los vampiros financieros mundiales se terminarán chupando este país.

Quedamos expuestos entonces a una ambigüedad no inocente donde la revolución socialista, afirmada en sus valores libertarios esenciales, queda circunscrita a la final a un esquema de gobierno QUE NO SIRVE que está plagado de una corrosión institucional descomunal hija directa de la crisis y pobredumbre del régimen puntofijista y que no ha querido ser partido ni por Chávez ni por su obediente burocracia y el sujeto político partidario que ahora la anida. De esta manera el sentido antagónico de los significantes y significados concretos del programa a la final servirán a la consolidación del esquema corporativo-burocrático tan querido a los crisoles mandatarios de regiones y direcciones del PSUV. El componente emancipador quedará completamente oscurecido por la fiesta programática dirigida por años dentro de los recintos ministeriales del antiguo Giordani y el patriotismo protocolar del generalato.

O somos emancipativos o somos simplemente reactivos, es decir, funcionarios y políticos redoblando sueños colectivos de liberación e inflándolos de símbolos heroicos de la historia pero ausentes completamente de toda línea real de trabajo obligante en función de quebrarle la espalda a los nudos reales de la opresión cotidiana que vivimos en nuestra tierra. Esto no ha llegado aún a la violencia represiva y generalizada, aunque ya se asoma. Pero la van a necesitar para conservarse en semejantes mentiras, reafirmadas indirectamente y cada vez más por el mando presidencial al presentar un programa que se sostiene casi exclusivamente sobre el gasto público y el festín petrolero, la inversión, la contratación y el control burocrático. Entiendo perfectamente que esta crítica agrede muchas buenas almas del chavismo que leen en este programa solo las líneas de liberación. Es cierto, mis disculpas, pero acuérdense que tenemos a Siria por delante y una guerra que puede rebotarnos si la democracia que enarbolamos no impone su carácter revolucionario. ¿Dónde están nuestras cartas de lucha?, hechas con la visión más universal e integral del ser humano pero desde su realidades más concretas, desde la vida ta producimos tal y como la hacemos todos los días y no como la inventa el eminente Giordani. Allí está el verdadero programa revolucionario, colectivo, racional y libertario, en el que creemos y allí se centra nuestra pelea programática.

Roland Denis

sábado, 14 de julio de 2012

Monte y culebra, o muerte




Cambia radicalmente la visión de eso que llamamos “panorama político” cuando salimos de Caracas, y en general de toda la Venezuela urbanizada y seudocosmopolita. Esta reflexión amerita pies de plomo y avisos de señalización en cantidad, porque sus líneas rectoras se emparentan peligrosamente con una vieja idea de la “clase pensante” (ustedes saben, esa parranda de universitarios y sus afines y derivaciones: sifrinos, sifrinoides, lechuguinos, protoaristócratas y demás güevones que se creen destinados por la providencia a dirigir al país y al mundo, porque dizque estudiaron y se quemaron las pestañas, como si los pobres no nos hubiéramos quemado todo el cuerpo, pestañas incluidas): la idea fatua, ridícula y vomitiva según la cual en Caracas, Carabobo y el Zulia el chavismo perdió porque la gente de las ciudades es más inteligente, estudiada y por lo tanto superior. Lo han dicho muchas veces; lo sugieren e insinúan a cada rato; de vez en cuanto se les expande el yoyo y lo dicen expresamente con un desparpajo y una sinvergüencería que te defecas, man.

Hace unos cinco años, al calor de la terrible derrota del antichavismo en el paro-sabotaje petrolero de 2002-2003, leí en El Nacional una columna de opinión, firmada por un pichón de tecnócrata de apellido Osío Cabrices, contentiva de la esencia (y buena parte de la sustancia) de esa increíble forma del pensamiento segregacionista, elitista y racista que gusta de llamar fascista al comunismo. No conservo la columna, pero a decir verdad no es necesario tenerla frente a los ojos, porque sus ideas son sencillamente inolvidables. Me atrevo a desglosar acá esas ideas:

*En las grandes ciudades, cosmopolitas y modernísimas o posmodernas ellas, vive la gente de avanzada, la gente que estudia, los profesionales, la gente culta, los seres humanos mejor informados porque manejan la tecnología y las herramientas que gobiernan al mundo en la era de la información: el siglo XXI.
*En los campos y pequeños pueblos de provincia viven los hombres y mujeres cuya actividad y pensamiento representan el atraso, la miseria, la insalubridad, la violencia, la ignorancia: el siglo XIX.
*La tragedia de este país consiste en que ha sido gobernado por sujetos de provincia o que representan la Venezuela provinciana y atrasada.
*Chávez es de provincia.

Y ya. Es fácil cerrar con una frase la conclusión de este increíble acto de purgación intelectual. Increíble, no por su contenido, sino porque quien lo expresa dice, piensa y cree que es demócrata. Que su lucha antichavista tiene fundamento en el hecho de que Chávez es un tirano y él, el simpático Osío, cree en la democracia.
Chávez nació en Sabaneta: ¡uy, fo, qué asco! Osío nació en Caracas: o sea, ¡guao! Más fiiino…


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Yo también creo que las grandes ciudades suelen acrisolar personalidades, actitudes y mentalidades distintas que en los pueblos, caseríos y campos del “otro” país, ese que llaman “de provincia”. La variante que quiero troquelar acá sugiere que en Caracas y otras ciudades vencidas por el falso cosmopolitismo la tendencia es a regresar al pasado precisamente porque “el caraqueño” es distinto a “el provinciano”. Se cae de obvio: mientras más mayamera es la ciudad y mientras más hondo ha penetrado en sus habitantes la anticultura capitalista del consumismo, la competencia y el aplastamiento del prójimo (para cumplir con la ley de supervivencia del más apto) más difícil es que prenda o tan siquiera caiga simpática una idea, noción o propuesta que sugiera socialismo.
Cierto que hay una Caracas definitivamente entregada a ese anhelo de imitar al norte a ver si en el fotocopiado se calca también la prosperidad, y otra donde el hombre expoliado se declaró en rebelión y anda en la búsqueda honesta de otra sociedad. Pero hay tendencias. Hay un espíritu que se impone en cada ciudad, y así tenemos que en una Caracas avasallada por la cruel y artificial necesidad de imponerse al vecino en todo y para todo (para que no se te coleen, para llegar más rápido, para vestirse mejor, para tener el mejor carro, para vivir en la mejor urbanización, para exhibir el mejor culo, para que el vendedor te baje el precio o para zampárselo más alto al que te compra, para atracar o para que no te atraquen) siempre sonará sospechosa en más gente una invitación a cambiar espuelas y agallas por solidaridad, competencia por ayuda mutua; siempre sonará a vainas de gochos y campesinos eso de entender la democracia como derechos plenos para todos, cuando el espíritu dominante te hace salivar de lujuria en busca de la victoria del que más acumula, del más vivo, del que jala más bolas, del que se encontró un celular y espera a que lo llames para cobrarte diez veces su precio.

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Conste que yo nací y crecí en un pueblo pequeño que por más que prolongue su esfuerzo por parecer gran ciudad no deja de ser la Carora pueblerina de siempre. Conste, por lo tanto, que no tengo que hacer recorridos a lo Valentina Quintero para entender lo que bulle en la mente de un provinciano cuando un caraqueño despunta en el horizonte. Pero me es inevitable admitir que hoy mismo ando metido en la maceración de un vistazo remozado a la Venezuela profunda. En el último mes llevo recorridos mis buenos 4 mil kilómetros de pueblos y carreteras a lo largo de 18 estados, y que este viaje loco y tormentoso me ha proporcionado nuevas visiones del asunto. Por ejemplo, uno que me indica que la Venezuela adentro está tocada de caraqueñidad.
He preguntado por las fiestas patronales y otras parrandas y me han advertido que para llegar a la cultura nuestra hay que abrirse paso por entre guerras de minitecas. He encontrado sus huellas en campos, casas de amigos y botiquines (vengo saliendo de uno en El Pilar, estado Sucre, y he asistido a un duelo formidable y rarísimo de versos improvisados entre un coplero del Guárico y un decimista oriental: Javier Echezuría versus el Finfín de La Pastora). Así que Doña Bárbara no está vencida, pero Santos Luzardo anda invadiendo a punta de reggetón y otras costumbres transplantadas.
La anécdota fundamental de la novelística venezolana sugiere que la civilización está destinada a barrer a la barbarie. Pero a los defensores de este atavismo se les olvida que la barbarie no está en los conucos sino en las balaceras de los cerros.
¿Qué busco tan lejos en esa carretera, además de sabrosura, buena vibra y gente bonita? Ando lo que se dice encampañao. Llevando un mensaje y recibiendo muchos otros a cambio. Recordándole a la gente que esto no es una guerra entre escuálidos y chavistas sino entre opresores y oprimidos. Que no porque alguien se calce una franela tan roja como la boina ya se convirtió en gente nuestra. Que sería bueno votar “Sí” para poder seguir ensayando formas de organización popular sin la sombra de la Disip rondándote la casa. A cambio he recibido muestras de un espíritu crítico formidable, la resurrección de aquella vieja consigna: “Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo”. Y sobre todo la reafirmación de un amor a la tierra, al ser humano olvidado por el poder; he sido testigo de expresiones de amor a la sencillez.
En las ciudades pequeñas, todavía la naturaleza y la baja velocidad de las actividades humanas vitales le dejan a nuestra gente espacios para la ternura, el desapego; para derrotar a la viveza entendida como habilidad para joder al otro. Todavía hay pueblos donde se puede dejar las casas y los carros abiertos. En otros pueblos hay quienes viven de su conuco, su ovejo y sus gallinas y no necesitan ir al supermercado, porque los vecinos tienen verduras y otros agregados. En Mérida dejé mi chaqueta en un taxi y el taxista dio un vueltón de fábula para devolvérmela. El socialismo está aquí: en un puñado de viejos sabios, que viven el socialismo sin saberlo. En hombres y mujeres que a lo mejor hasta adecos son, pero son socialistas hasta la semilla. En una casita perdida en las montañas de Lara, en casa de un viejo muy pobre Ramón Mendoza se echaba los palos con unos panas. Éstos hablaban de lo inútil que era, en el fondo, tener mucho dinero. El viejo de la casita (el pobre en su choza) dijo de pronto: “No, yo sí quiero tener mucho rial”. Le preguntaron que como pa qué. La respuesta: “Para mandarme a echar una foto con ustedes, que son mis amigos, y colgarla aquí en la casa”.
Y uno de güevón y que buscando el socialismo en los libros, en el ejemplo fracasado de otros países, en el verbo de los internacionalistas, en el chavismo de oficina y franela roja.

***

Paro un momento en Caracas y seguimos de gira, agitando por el Sí. En Guárico compartí tarima un rato con Vanessa Davies y con Ramón Mendoza, El Cayapo; luego, viaje a El Pilar (Sucre) para conversas varias. Ramón agitó en foro con el PSUV. De regreso, otra vez El Socorro con El Cayapo y la gente del Frente Campesino Ezequiel Zamora. Antes, recorrido monumental más o menos por esta ruta: Caracas-Valencia-Tinaquillo-Calabozo-El Tigre-Puerto Ordaz; regreso por La Pascua-San Carlos-Barinas-San Cristóbal-Mérida-Bobures-Carora-Caracas. Ya explicaré en qué onda, con qué fines, con qué resultados y expectativas.
La semana entrante, San Juan de Los Morros y Yaracuy, con el Frente Campesino Jirajara, si me confirman.
Me hacía falta ese soltar de músculo, emoción y verbo. Pilas cargadas, nervios en su sitio y otra vez la gran Caracas, heroica poderosa (y en esta noche sin igual la luna se pone a coquetear).
José Roberto Duque

lunes, 9 de julio de 2012

LA CANTATA DE ARGIMIRO GABALDÓN: POR LOS CAMINOS DE LA LIBERTAD




El Gabinete del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en el Estado Lara
y
El Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA)
Invitan a la Presentación de:

LA CANTATA DE ARGIMIRO GABALDÓN: POR LOS CAMINOS DE LA LIBERTAD.

OBRA: La Cantata de Argimiro Gabaldón: Por los Caminos de la Libertad, Obra de Tomás Jurado Zabala, Dirigida por Carlos Arroyo / Compañía Regional de Teatro
LUGAR: Cancha CRYDBAN (Centro Recreacional y Deportivo de Barrio Nuevo), Calle 56 entre carrera 12 y Avenida Fuerzas Armadas, Sector Barrio Nuevo, Frente a INVILARA.
FECHA: Martes 10 de julio de 2012
HORA: 07:00 PM
La Compañía Regional y el Teatro Estable de Portuguesa, nos presenta en escena un espectacular Montaje sobre uno de nuestros grandes luchadores de la libertad en Venezuela, Argimiro Gabaldón, El Comandante Carache.

“SOMOS LA VIDA Y LA ALEGRÍA, EN TREMENDA LUCHA, CONTRA LA TRISTEZA Y LA MUERTE”.

Con las Banderas de Argimiro Gabaldón en alto
Por una Venezuela Soberana, Libre y Socialista